Jamás pensé que me convertiría en Coach de Fertilidad.
Nací en las Islas Canarias, pero he vivido en seis ciudades, tres países y dos continentes, así que me siento un poquito de cada lugar, tengo una mente abierta y amo conocer gente nueva.
Me enseñaron a ser una mujer fuerte e independiente, y a veces, pienso que me lo tomé demasiado a pecho.
Una de las cosas que siempre me dijeron, es que tendría que evitar quedarme embarazada antes de terminar mis estudios. Así que, la mayor parte de mi vida, bloqueé totalmente esa posibilidad.
Nunca me preocupé demasiado por mi fertilidad, hacía mis visitas ginecológicas y, como no era regular, tomaba la píldora, ya que era lo que los especialistas me recomendaban. Era despreocupada hacía lo que me indicaban los médicos, en ese momento no conocía mi cuerpo, no escuchaba sus señales.
Hola soy Faina,
tu Coach de fertilidad
Todo empezó cuando, junto a mi pareja, decidimos tener un hijo, pero por más que lo intentamos el embarazo no llegaba.
Después de un tiempo, comenzamos el camino de reproducción asistida, un proceso en el que aparecieron situaciones y sentimientos que jamás creí que iba a experimentar.
Aparecieron la angustia y el estrés: por someterme a pruebas médicas invasivas, por tener que inventar excusas cada vez que llegaba tarde al trabajo después un control médico, porque todo estaba absolutamente planificado pero a la vez todo se escapaba a mi control…
Aparecieron las ganas de salir corriendo cuando una amiga o compañera me comunicaba felizmente su embarazo.
¿Y qué pasa si enfoco esto desde otra perspectiva? ¿Qué tal si pruebo un camino más holístico?
Sinceramente, esto rompía todos mis esquemas, o dicho de otra forma, suponía empezar a cambiar mi sistema de creencias. Para una ingeniera de formación, directiva en el mundo del lujo por aquel entonces, parecía impracticable.
Pero sentía que ese era el camino, que no había manera de arreglar aquella situación sólo con métodos “ortodoxos”.
De repente, mi vida giraba únicamente alrededor de este tema, era asfixiante, hasta que me dí cuenta de que no había coherencia en algo… ¿Y qué pasa si enfoco esto desde otra perspectiva? ¿Qué tal si pruebo un camino más holístico?
Mi primer tratamiento FIV fue desastroso y mi Doctor, un reconocido especialista de New York, me dijo textualmente: “Si quieres ser madre tendrás que pensar en la gestación subrogada”.
En aquel momento me hundí, le creí durante semanas, pero después de un tiempo de duelo decidí seguir, seguir, seguir…
Algo parecido a la película "Come, reza y ama" en la que el personaje de Julia Roberts se siente perdida e insatisfecha y emprende un viaje en el que se reencuentra a sí misma como nunca imaginó.
Por aquel entonces, hubo un factor importante que “facilitó” esa decisión: el ambiente. Yo vivía en Ciudad de México, una ciudad propicia para la espiritualidad y la apertura a otro tipo de creencias.
Empecé a investigar y profundizar sobre yoga y fertilidad, estudié al Dr. Joe Dispenza sobre física cuántica, asistí a charlas, formaciones sobre meditación mindfulness. Leí a Eckhart Tolle, Jay Shetty, Gabby Bernstein, Nazaret Castellanos, Alice Domar y muchos otros. Busqué maestros y mentores y probé prácticas y herramientas de las que fui eligiendo cuáles resonaban conmigo y me acercaban cada vez a más a mi estabilidad y bienestar interior.
Eran tan esperados por toda la família, había tanto amor aquí fuera esperando por ellos… El embarazo fue muy muy complicado y cuando llegaron no pudieron ir a casa, tuvieron que estar 62 días en la incubadora hasta estar lo suficientemente fuertes.
Otro reto más… estábamos agotados, solo queríamos a nuestros hijos en nuestra casa…. pero no, de nuevo tuvimos que aguantar y aguantar. Más preparación física, emocional y mental. Principalmente mental, para calmar la mente, confiar en que todo saldría bien y que nuestros hijos vendrán a casa con nosotros. Si, tuvimos este final feliz… que fue todo un nuevo comienzo el camino de ser madre ¡y de gemelos!
Y lo que me dí cuenta es que este camino y las herramientas que había descubierto no podrían cerrarse en mí historia.
Así que llegó la gran decisión: de ingeniera ejecutiva en el mercado de lujo a coach holística. Durante la pandemia empecé a dar mis clases de yoga (me había formado como maestra de Vinyasa y Yin para saciar mi curiosidad en 2018) y aproveché para iniciar mi formación como coach, que más tarde completaría con la formación en Terapia Transpersonal.
Posteriormente, sentí la necesidad de profundizar en el campo de lo físico, por lo que decidí ampliar mis conocimientos en yoga estudiando yoga hormonal femenino. y yoga prenatal